Son muchas las veces, en las que me dijeron, que no aparentaba mi edad, por como hablo, como miro e incluso por como camino, son tantas y variadas las características que le dan a una chica que apenas tiene veinte años de edad, de experiencia (poca por cierto), siendo hija, nieta, sobrina, amiga, hermana, creída, antipática, renegona, sonriente (por ende casi-casi bipolar), loca, figureti, luchona (palabra inventada por mis amigas de la universidad) y a veces floja e incluso demasiado sana para otros.
Títulos que me he ganado en el veinteañero camino de mi vida, y debo decir que me siento orgullosa de lo que soy, a pesar de no haber tenido muchas facilidades, he sabido levantarme de increíbles problemas, pero también he llorado como un niña cuando le quitan el único dulce que compró con su propina, así de extraña he llegado a ser, pero siempre adelante, aprendiendo de esos obstáculos que desean aproximarse a mi vida.
Recuerdo mi primer cumpleaños, 1 añito de vida, junto a mis padres y toditos mis tíos, juntos frente a ese gran queque de vainilla que supongo mi mamá Mery preparó o compró, puedo decir muchas cosas de ese día, pues todo se recopila mirando las fotos que capturaron, puedo decir, que fui feliz, con tantos niños en mi casa, esa piñata de payaso, el gran muñeco Pepito que no se apartaba de mi lado y la riquísima gelatina que se paseaba por mi lado coqueteándome, y yo sin poder alcanzarla. Pero lo que seguramente pasó ese día fue que mi madre, que hoy no está conmigo, me lleno de besos y abrazos, capachunes y cosquillas, porque era su niña, la última roquita que había salido de su vientre, yo: Jessica Roca Saavedra, esa cosita que gritaba y reía por cualquier motivo.
Mery, mi abuelita Aurelia y césar: mi tío-Papá, ellos tres son los testigos de mi desarrollo, ellos que me lo dieron todo, caricias, tas-tas, gritadas, besos y san martinasos, todo lo dieron ellos.
Así, saltándome un poco de los años, pase a cumplir 08 añitos, ya más grande, y con un horrible cabello corte honguito, que no se por qué diablos me lo hicieron, flacuchenta y dientona, toda una rareza (y no es que no lo siga siendo, he mejorado un poquito) pero coqueta; foto y foto era la traducción de los fines de semana en casa; ya sin mi madre, solo con mi abuela, mis hermanas y César, el fotógrafo oficial de la familia a quien debo decir me situó en el mundo de las comunicaciones, pues era en esa época su cámara Canon de rollo las cómplices para capturar nuestro mejor ángulo.
Pero volviendo a mí, posaba en donde estuviera, en la ventana, subida en la mesa, con mi triciclo, con los gatos, en la cama, incluso con el bacín (eso lo sabe mi familia, pues no la pienso publicar), algunos dirán, pero sigues siendo posera ¡y yo responderé : si lo acepto, pero ya no poso en el bacín. XD
Ahora a los veinte años, ya sin mi abuelita, pues ella se fue hace seis meses, trato de llevar mi vida más tranquila, más serena y responsable, trato de hacer que desde donde ellas estén, sientan argullo de mi, quiero que mi tío sea feliz por su sobrina, y que nunca más peleemos como lo hicimos aquella vez, mis veinte años no lo celebré, y es que después de haber pasado la adolescencia, las responsabilidades me hacen olvidar que cumplo años, la he pasado trabajando, estudiando y peleando, pero aprendiendo, siempre aprendiendo.
En fin, miles de anécdotas tengo para contar cuando este arrugadita en mi mecedora, llena de nietos junto a mi viejito, algún día, cuando cumpla cien años, leeré este texto y le dictaré a uno de mis hijos, la historia de lo que sucedió después.
Pasado mañana cumplo 21 años, si veintiún, se que parezco de más, pero esa es mi edad, espero pasarla bien, espero tener muchos regalos y comer el helado que alguien me prometió, espero que Vale, Andrea, Schessira, Lissete y Betzabe, vayan a mi casa para tomarnos muchas fotos y comer el pastel que dijo mi hermano compraría, espero muchas cosas, pero sobretodo espero que esta nueva etapa de mi vida, llegue con más logros, con más sonrisas y mucha paz.
Por: Jessica Roca S.