
Hoy perdí la cuenta de las veces en que me dije, Jessica por qué no te llamaste Sebastián o Rodrigo; porque tienes senos y no un velludo pecho, o simplemente porque me tengo que enfermar cada mes.
Todo empezó desde tempranas horas, no tuve motivo alguno, simplemente una negra sombra se poso sobre mí, desarmando mi calamitoso estado de ánimo.
Suele suceder, y más cuando tienes que levantarte súper temprano a dar un examen de mierda, del cual eres consciente vas a salir jalada, y es que ese negativismo mío, me persigue en estos últimos días.
La fecha exacta, un lluvioso miércoles 23 de julio. Hora exacta, 6 de la tarde. Momento, saliendo de clases.
Pienso que yo debí ser hombre, que la naturaleza se equivocó conmigo y me lo dicen mis amigos, no estoy diciendo entre líneas que soy lesbiana, porque tengo un novio que amo mucho, así que no se equivoquen por favor.
Creo que a estas alturas ya saben de que escribo, y es que es insoportable, mis queridas amigas, retorcerse de dolor justo en el ómnibus carcocha que salta por cada hueco que atraviesa; una muriéndose y este desconsiderado conductor, revela por qué es lo que es.
Ya devastada por el tormentoso viaje, bajo del carro, cual ratón huyendo del gato, desesperada busco la llave de mi casa y por obra divina que algún mal ser, esta no estaba.
Adolorida, me quede sentada en el muro de la casa, esperando y esperando a que alguien me abra, hasta que pude entrar y solo atine tomar agua caliente y el Ponstand que opaca mi dolor; y es así, señores que mi semana se encuentra llena de sentimientos encontrados, dolor, tristeza (y es que todo me pone mal) irritable y excesivamente neurótica.
Advertencia: no me hagan perder el control, chica de apellido Roca, necesita descansar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario