SIN MÁS NADA QUE DECIR, ESCRIBO

Que puedo escribir, si tú ya lo escribiste todo, trato de olvidar las muchas lágrimas que derrame y las miles de veces que me dije ¿Por qué no cortaste con esto desde un principio? Sí, mi querido amigo, pienso igual que tú, quizá nunca debí dar ese paso, quizá solo debí ser tu amiga y hoy estaríamos riéndonos juntos, charlando horas de horas sin pensar en el tiempo o el día que se acaba, comernos esa pizza que a ambos nos gusta y que cuando estuvimos juntos devoramos sin remordimiento.

Hoy de madrugada ya, decidí escribir sobre ti, porque me diste el empujón que necesitaba para decirte de forma desviada que te perdono por todo lo que me hiciste, por lo cruel que fuiste conmigo y por las miles de mentiras que salieron de tu boca cuando estuviste lejos de mí; también aprovecho para pedirte disculpas por que yo también te herí, porque te engañe haciéndote pensar que te quería cuando el amor en mí ya había muerto, porque te dejé solo en el momento que más me necesitabas y por las lágrimas que seguro tú también derramaste.

Hoy, quiero pensar que todo estará bien, que si te veo no sentiré miedo ni rencor, porque mi vida está tomando otro rumbo y no quiere verse lastimada, porque estoy segura que tú estás bien haciendo las cosas que sé te gustan hacer y que sobre todo en algún momento dejaste de hacer por culpa mía.

Hoy ambos somos felices, o al menos eso quiero creer, sé que en estos momentos me estás leyendo y que no responderás de forma directa, sé que como a mí te dan ganas de hablar cara a cara, de aclarar todo y que luego nos declaremos indiferencia total.

También necesito agradecerte por haberme hecho reír tantas veces, por cumplir con todas tus promesas, por ayudarme tanto y motivarme. Aunque lo nuestro terminó mal, muy mal debo decir, no se escaparán de mi mente los recuerdos más bellos de nuestra historia, esos no se borrarán por más que yo quiera. Gracias y que te vaya bien. Adiós y hasta pronto.