domingo, 16 de enero de 2011

UNA PASTILLITA DE "ESAS"

No me gustan los libros de Autoayuda o motivación, pero hace unos días me pidieron ayuda para reescribir un libro a WORD, se trataba de este escritor que me hicieron leer mucho en el colegio- Carlos cuauhtemoc- al cual no le guardo ninguna admiración, salvo por este pequeño capítulo que me "aclaro" por así decirlo un poco el panorama, porque hay veces en las que no queremos aceptar "ciertas circunstancias", hasta que alguien viene a darte "ese sacudón", Aquí les regalo un poco de lo que leí.
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EL PERDÓN


Tomé asiento con lentitud. Milagros no podía ocultar su pena.
-Los seres humanos nos dañamos unos a otros- continuó Vallés con decisión-. A diario hay personas acusadas y sentenciadas injustamente, muchachas seducidas, mujeres abandonadas, hombres asaltados o golpeados; alrededor nuestro pupula la sevicia, el chantaje, el fraude, la violencia familiar y, lo más frecuente, la falta de consideración por parte de nuestros seres queridos. Cuando hemos sido afectados por algo así, sobreviene un odio natural, un deseo de tomar revancha y una terrible soledad. Nadie está exento de ser lastimado por otra persona y debemos desarrollar un mecanismo de defensa para no permitir que, por culpa de alguien más, nuestra vida pierda sentido.
Milagros levantó las cejas mirando a Vallés con los ojos brillantes, como si el hombre fuese un salvador que pudiese sacarla del infierno.
-¿Mecanismo de defensa?-cuestioné-¿A qué se refiere?
-solo alcanzan plenitud de vida quienes asimilan y practican el perdón. La única manera de drenar el veneno inyectado por otros es perdonando; de nada sirven los parapetos. La gente los va a herir y ustedes quedaran atrapados a menos que se atrevan a abrir una puerta para salir del recinto de la amargura. Corrijan el concepto de su cabeza, por favor. Al perdonar a la persona que los daño, no le hacen un favor a ella, se lo hacen a sí mismos: Cuando perdonas sinceramente a tu agresor, la paz te inunda, aunque tu agresor no se entere; de la misma forma, cuando guardas rencor, te invade la pesadumbre, aunque igualmente tu ofensor esté ajeno a lo que sientes por él.
En ese instante recordé algo que había leído muchos años atrás referentes a cierto oficial del ejército americano que había estado en la segunda guerra mundial. Se enteró de que uno de sus más queridos compañeros de hallaba enfermo y solo. El exitoso militar buscó la casa de su amigo, entró en ella y reconoció a su viejo compañero. Al poco rato de platicar, el hombre fuerte le preguntó al débil si ya había perdonado a los nazis, a lo que éste le respondió con una vehemencia inusitada: “No, de ninguna forma; todavía los odio con toda el alma.” “Entonces”, le dio su amigo, entristecido,“ Te tengo una mala noticia: si aún no los perdonas, significa que ellos todavía te tienen prisionero.”

FUENTE: Carlos cuauhtemoc

1 comentario:

Anónimo dijo...

xelente